El Búnker Literario

"La educación es la vida en sí misma" John Dewey


La educación postergada

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Lo primero que se nos dice cuando asistimos a una clase sobre ciencias de la educación en la universidad, es que la educación es una representación de la sociedad en el aula. Algo similar se decía del arte: una representación de la realidad en el libro. ¿Estamos seguros de la realidad? ¿Pudo, acaso, alguna sociedad, en algún tiempo, estar segura de la realidad en que vivía? ¿Sabía la Edad Media que se encontraban en la Edad Media? ¿Cómo nos bautizará la historia? Son preguntas que poco a poco se van haciendo más comunes y necesarias, así como los antiguos preguntaban por el origen del universo o la aparición del hombre.

Parecería un poco tonto preguntar cuestiones elementales sobre la educación: su origen, su primer aparecimiento, su importancia, su rol, sus actores elementales; son cosas de las que muchos pedagogos, incluso algunos que nunca pusieron un pie como maestros en un salón de clase, han escrito desmedidamente. Otros, los más actualizados, dictan conferencias y lo que en un principio era un sentimiento de humanidad con el estudiante y el padre de familia, ambos aterrados por el entorno en que se están formando las nuevas generaciones, se convierte en un negocio vil. La educación privada es mejor, no porque se pague sino porque la presión para que el docente realice bien su trabajo es constante. En una empresa educativa quien no trabaja bien, quien no cumple con el estudiante, y con lo que se esperaba de él, es despedido, permitiendo así la dinámica del trabajo hasta que la empresa encuentre seguridad en el trabajador; mientras que en el ámbito público lo primero que se pide es la estabilidad apenas se ingresa, es el sueño de todo profesor que ingresa por primera vez sin que haya dado garantías de que se lo mereciera, y por ley tiene razón. Sin caer en derechismos políticos, esto es un error del sistema, un error pintado de humanidad: Dar seguridad en el trabajo sin que la empresa esté segura del trabajador es tan dramático como cuando el Estado brinda estabilidad a quienes ni siquiera han brindado un resultado; al contrario, algunos son elementos tan negativos que generan una cultura de violencia, de conformismo, de mediocridad.

En este sentido la respuesta a las preguntas sobre el rol de la educación no requiere un impulso emocional de decir cosas bonitas a costo razonable. Se requiere de conocimientos específicos sobre el comportamiento económico del país, el crecimiento demográfico, la producción de petróleo, y otros factores que convierten a la educación no en una simple representación de la realidad, sino en un análisis de la realidad. Así mismo como expongo que el Estado hace mal en dar estabilidad a quien no lo merece, también es criticable cuando el valor de la educación privada se incrementa; y lo que debería ser un derecho natural de todo ecuatoriano se convierte en un lujo para quien lo pueda pagar.

Ahora bien, ese análisis de la realidad aún no es posible, porque tendríamos que llevar al salón de clase las incongruencias del mismo sector educativo. Un ejercicio delicado, pero necesario, algo así como razonar sobre la razón. Lo que los pedagogos han hecho ha sido almacenar un conjunto de ideas que no son aplicables hasta superar estos desmanes de inconsistencias que el gobierno debería arreglar. No es culpa del capitalismo, tampoco del comunismo; no es un asunto de ideologías, es una cuestión de Estado, un proceso de organizar la educación de forma más razonable. Lamento por aquellos que perderían su trabajo, la buena sombra, y el buen vivir, bajo las alas del Estado; pero si no generan buen vivir, otra necesidad ideologizada por el correismo, deberían buscar el ámbito en que sí pudiesen hacerlo.

 

 



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